La magistrada presidenta del Tribunal Estatal Electoral de Guanajuato e integrante del Observatorio, nos comparte su trayectoria y la importancia de continuar impulsando el empoderamiento político de las mujeres.
Todos los momentos de sororidad y de hacer política inclusiva con mi red, mi colectiva.
Reivindicar la forma de ejercer el poder, es decir, transformar la dinámica tradicional de ejercer el liderazgo (a menudo jerárquico y misógino) por un enfoque ético priorizando la diversidad, el bienestar colectivo, la inclusión y perspectiva de género. Ruptura de barreras y desarticular estructuras de desigualdad de género. Inspirar a otras mujeres a aspirar a roles de dirección y gestión en los distintos ámbitos. Reconocer y valorar diferentes experiencias y visiones de la ciudadanía. Una responsabilidad crucial en la protección de los derechos político-electorales, así como en los propios del personal del Tribunal. Desafíos adicionales, como la presión sistémica para demostrar capacidad en un entorno históricamente patriarcal, pues las mujeres al equivocarnos somos triplemente penalizadas por los hombres, pero también por nosotras mismas.
Invertir en educación y capacitación. Tejer y mantener una red de contactos con otras mujeres y profesionales del ámbito. Participar en foros, conferencias y debates sobre el tema de interés. Abogar por la igualdad de género y la inclusión en todos los ámbitos. Trabajar la confianza en sí mismas, creer en sus capacidades y no dudar de su derecho a ocupar posiciones de liderazgo es crucial. También estar lista para enfrentar y superar obstáculos, incluyendo el escepticismo o la resistencia. Aprender de cada experiencia. Y muy importante, ser solidarias, auténticas y fieles a sus valores.
Continuar con la promoción de la educación y la capacitación de las mujeres. Crear redes de mentoría donde mujeres líderes puedan guiar y apoyar a las que están comenzando sus carreras. Seguir creando conciencia y sensibilización sobre la importancia de toma de decisiones y liderazgo femenino, y el respeto que ello merece. Mantener un entorno laboral que nos permita a las mujeres equilibrar nuestras responsabilidades profesionales y personales. Reconocer, valorar y visibilizar la autoridad de otras mujeres.